El gol que cambió al cadismo
El 18 de diciembre de 1977 es un día muy especial en el Cádiz CF, pues ocurre un acontecimiento que va a dar un giro a su historia, especialmente respecto a la afición.
La primera temporada del Cádiz CF en 1ª
Aquella temporada 1977/78 el Cádiz CF jugaba por primera vez en su historia en Primera División y se había incrementado considerablemente el número de socios y aficionados, muchos de ellos de la provincia. Pero lo cierto es que para muchos de estos aficionados, el atractivo no estaba tanto en el Cádiz CF, sino en poder disfrutar de los grandes equipos y grandes estrellas del fútbol nacional. Hay que recordar que entonces no había la difusión mediática que hay actualmente y para verlos había que ir al campo.
El colista Cádiz CF recibe al todopoderoso líder Real Madrid
Se juega la jornada 14ª y el colista, el Cádiz CF, recibe en Carranza la visita del todopoderoso Real Madrid, equipo que terminará siendo campeón de Liga. Es una tarde fría con un fuerte viento de levante. A falta de más de una hora para que comience el partido, en el estadio ya no cabe un alfiler. En cada espacio de asiento se apilan dos y hasta tres filas de personas puestas de pie. Por momentos Carranza parece que vaya a reventar, pues se calcula que, además de las entradas, hay más de mil colados. Y eso sin contar a los vecinos de balcones y azoteas, ni a los de la abarrotada pasarela de Loreto.
Son muchas las personas que llegan desde distintos lugares de la provincia para aprovechar y disfrutar del juego del “equipo de sus amores”, que, en la mayoría de los casos no es otro que el madrileño. De la propia capital también hay multitud de aficionados que se decantan por el equipo visitante. Es fácil ponerse del lado del más “fuerte”, pero es muy triste (por no usar términos que pudieran ser ofensivos) hacerlo cuando el «débil»es el equipo de tu tierra, los tuyos. Y, además, lo hacen desde la superioridad, crecidos y ensoberbecidos por sus garantías de victoria.
Comienza el partido
Cuando los jugadores saltan al terreno de juego, las gradas se llenan de banderitas blancas. Llaman mucho la atención, pues entonces no había costumbre de tanta simbología para animar a los equipos. Por su parte, el cadismo, a sabiendas de lo que se le podía venir encima, se muestra discreto, espectante, enmudecido, pero con toda su orgullo y rabia reprimidos.
Mariano Moreno, entrenador cadista, alinea en tan inolvidable tarde a Santamaría; Rosado, Canito, Román, Lobato; Ortega, Carvallo, Ibáñez; Villalba, Quino y Baena. Luego entrarían Ramón Blanco y Miguel Ángel. Y por el Real Madrid, Luis Molwny juega con Miguel Ángel; Sabido, Sol, Wolff, Camacho; Sanjosé, Del Bosque, Stielike; Juanito, Santillana y Jensen. Y luego entraría Guerini. Todo el mundo espera que pronto los madridistas impongan su poderío, pero el Cádiz CF no se amilana y ofrece dura resistencia.
El gol de Baena, el gol que cambió al cadismo
El momento determinante llega en el minuto doce de partido: el chileno Fernando Carvallo bota un corner desde la esquina de Preferencia con Fondo Sur… Entre una maraña de jugadores, hay uno con camiseta amarilla que se eleva prodigiosamente un palmo por encima de los demás. Parece que el tiempo se detuviera en ese instante. Ese hombre es cadista y gaditano Paco Baena, que superando a los dos magníficos centrales blancos, Sol y Wolf, y ante la mirada atónita del actual seleccionador Vicente del Bosque, conecta un certero cabezazo que se incrusta irremisiblemente en las redes de la portería defendida por el “gato” Miguel Ángel. ¡Qué golazo!
El CADISMO se hace grande
Los cadistas, los de verdad, los que iban a ver a su Cádiz y no a las estrellas blancas, entierran todos sus complejos y cantan el gol como nunca antes se había cantado uno en Carranza. Es el gol del orgullo, de la rabia, del sentimiento, del “toma ya”. Es el gol del CADISMO, del amor a unos colores, independientemente de la categoría en que esté o del potencial del rival. Es el gol de Baena al Madrid, el gol que cambió al cadismo.
Ante aquella exaltación de cadismo, las banderas blancas parecieron desaparecer por arte de magia. No se veía ninguna, siempre será un misterio donde se las metieron. Desde ese momento, el cadismo pierde cualquier tipo de complejo y se entrega a su equipo, pase lo que pase al final del partido y tenga lo que tenga que aguantar, porque a las primeras de cambio, las banderitas blanca podrían volver a aparecer. Los gritos de aliento y ánimo fortalecen la actitud de los jugadores amarillos, que realizan un magnífico primer tiempo, con cuatro clarísimas ocasiones, un tiro de Baena que saca Camacho de la misma línea de gol y tres del roteño Villalba, un claro penalti que el árbitro Pes Pérez no sanciona, y dos llegadas en los minutos finales, en las que se planta solo ante Miguel Ángel y que no acaban en gol por muy poco. Por parte madridista, sólo crean peligro en un remate en propia puerta de Lobato que pega en un poste.
Paco Baena
Paco Baena salió de la cantera cadista y estuvo en el primer equipo desde la temporada 1969/70 hasta el final de la 1974/75, en que fue vendido al At. de Madrid. Tras dos temporadas en el club de Manzanares y una en el Deportivo Alavés, Baena regresaba esta temporada 1977/78 a su Cádiz, que estrenaba la máxima categoría nacional. Curiosamente era su primer gol de la temporada, cosa que recordaba en sus comentarios tras el partido, diciendo «Ya era hora de que marcara (…), pero lo que más me alegra es que ha significado la victoria del equipo«. Aún hoy sigue siendo el máximo goleador de la historia del Cádiz CF en partidos oficiales.
Cádiz CF 1 – Real Madrid 0
En el segundo tiempo, el Cádiz CF va notando el cansancio y el Real Madrid se vuelca sobre la portería del portero cántabro cadista Santamaría, aunque sin demasiadas ocasiones claras de gol. Algunos aficionados “madridistas” se hacen ilusiones y se cantan algunos “uys” con amagos de nuevas sacudidas de banderitas blancas. Pero ahora es diferente, al cadismo de verdad le da igual lo que vaya a pasar, y no se esconde. Ha perdido todos sus complejos. Incluso saca a relucir sus dosis de cachondeo y corea con gritos de “cateto, cateto, cateto…” a esos pseudogaditanos “madridistas”. Un grito que no hay que confundir, pues no es por su origen provinciano, de hecho una buena parte de ellos son de la propia capital gaditana, sino por su actitud.
Los últimos minutos son eternos y el público cadista sigue dando a sus jugadores el aliento que les falta. Finalmente el partido finaliza y el Cádiz CF se alza con la victoria. Es lo máximo que podía pasar. El cadista se marcha a su casa, o a donde sea, con un sentimiento cadista muy diferente al que había llegado. Antes del partido era “aficionado del Cádiz CF”; y después del partido, el “Cádiz CF es suyo”. Se pasa de un sentimiento extrínseco (amor hacia algo ajeno) a un sentimiento intrínseco (amor hacia algo propio). El CADISMO se ha hecho grande.
En la crónica del partido, Diario de Cádiz establecía un paralelismo histórico del gol de Baena: “Si el de Zarra en Maracaná y el de Marcelino contra URSS quedaron para la historia del fútbol nacional; el de Baena al Real Madrid marcará un hito en la historia del balompié gaditano. El gol de Baena puso KO al glorioso equipo español”.
En la prensa nacional, ABC titulaba: “Cayó el ‘campeonísimo’. El Cádiz remonta el vuelo”.
Mundo Deportivo decía: “¡Cayó el líder en Cádiz!. El gol de Baena premió el entusiasmo del once gaditano”.
Estábamos en nuestro viaje de novios. Fuimos al partido y tenemos un bonito recuerdo. Siendo de Bilbao y aficionados al fútbol, estando en Cádiz, no nos resistimos a pasar por el Ramón de Carranza. Un saludo afectuoso