FC Barcelona ’14, el final de un ciclo
FC Barcelona ’14, el final de un ciclo. Con la llegada de Joan Laporta a la presidencia del FC Barcelona en junio de 2003, el equipo blaugrana inicia el ciclo más glorioso de toda su historia, teniendo en el banquillo primero a Frank Rijkaar y después a Josep Guardiola. Este ciclo viene marcado en el terreno de juego por una pléyade de jugadores canteranos excepcionales, como Puyol, Xavi Hernández, Víctor Valdés, Iniesta, Pedro, Piqué, Busquets. Y, además, de un jugador que está por encima de la misma historia, fuera de cualquier catalogación futbolística, Messi. Pero todo ciclo, inexorablemente, tiene su fin y este ciclo toco el suyo durante el año 2014. A mediados de la prímera década del siglo XXI (temporada 2004/05) el FC Barcelona inicia el final de este ciclo, determinado en gran medida por la salida de Guardiola y Puyol y, sobre todo, el ocaso de la carrera deportiva de Xavi, determina este final de ciclo. Esto no quiere decir que se entre un un ciclo peor, aunque será muy difícil superar lo conseguido. Eso sí, para equilibrar la situación y que el FC Barcelona pueda seguir ganando títulos y estando entre los más grandes del fútbol internacional, es necesario asumir ese final de ciclo y «enderezar» la situación
A continuación el texto íntegro de una carta enviada en junio de 2014 al entonces directos deportivo del FC Barcelona, Andonio Zubizarreta.
Carta enviada a Andoni Zubizarreta, Dir. Dep. FC Barcelona, el 20 de junio de 2014
En vista de la debacle del juego del FC Barcelona desde poco después de la salida de Pep Guardiola, me permití hacer un pequeño análisis de la situación y enviárselo por correo certificado a Andoni Zubizarreta, Director Deportivo del FC Barcelona, con fecha 20 de junio de 2014.
El texto íntegro es el siguiente:
Coincidiendo con la llegada de Josep Guardiola al banquillo de FC Barcelona en junio de 2008, se inicia el ciclo más brillante de la historia del club, con cinco temporadas cargadas de títulos: 2 Champions, 4 Ligas, 2 Copas de España, 2 Supercopas de España, 2 Supercopas de Europa y 2 Mundiales de Clubs. Pero llega un momento en que, por diversas circunstancias, los ciclos acaban. La finalización de un ciclo de gloria no se produce de un día para otro, pues se podría confundir el final de un ciclo con una “mala racha” de juego o resultados. El final de un ciclo viene constatado por una cierta prolongación en el tiempo, pero también por una serie de argumentos deportivos (e incluso extradeportivos) que lo cargan de fundamento.
Este final de ciclo se atisba en la última temporada de ese glorioso lustro, la 2012/13, donde, pese a ganar la Liga (único título conquistado), el equipo comienza a dejar muchas dudas. Estas dudas se confirman en la temporada siguiente, la 2013/14, en la que no se gana ningún título (excepción hecha de títulos menores como la “Supercopa” de España) y se magnifican todas las carencias que asomaron la temporada anterior.
Para comprender esta situación es necesario un breve análisis de todo lo ocurrido, tanto de los factores deportivos que consagraron el éxito (variables positivas); como de las posibles variables o circunstancias negativas que pueden haber determinado el final del ciclo. Todo esto en el aspecto puramente deportivo, pues no se puede olvidar que, además de esto, en esta decadencia también concurren otra serie de factores extradeportivos, desde la triple alternancia en la presidencia hasta los casos judiciales por diferentes aspectos.
Variables positivas para alcanzar la gloria
A continuación se detallan algunos de los factores, variables positivas, que han confluido para llevar al FC Barcelona a la época de mayor gloria de su historia y uno de los ciclos más brillantes de la historia del fútbol mundial.
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La filosofía del fútbol (esquema, sistema, o como se quiera) propia del club
Desde hace muchos años, décadas, el FC Barcelona ha apostado por un estilo de fútbol muy particular, fundamentado en el control del juego, el toque, el pase corto, la posesión del balón, sacar el balón jugado desde atrás, el juego raso y la presión sobre el contrario (es lo que ha venido en llamarse el “tiki-taka”); en contraposición al “balonazo”, los balones divididos e incluso el contraataque. Es la imposición de la técnica sobre la fuerza. Esta filosofía, manera de entender el fútbol, no es fruto de la espontaneidad del momento, sino que se viene trabajando desde todas las categorías inferiores, siendo La Masía (centro de formación de la cantera del FC Barcelona) su centro neurálgico, la raíz de formación.
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Guardiola: voz autorizada (autoritas) de esta filosofía y transmisor de la misma
Pep Guardiola, formado en la cantera barcelonista y habiendo sido perfecto ejecutor de esta filosofía del juego durante sus años como profesional, conocía como nadie su esencia. Al tomar las riendas técnicas del equipo, el club se asegura el fidelidad a esa forma de entender el fútbol. Guardiola, no sólo no mantiene esa filosofía del juego, sino que en una plantilla cargada “egos”, se convierte en el “gran jefe”, capaz de transmitir su autoritas desde el respeto y el convencimiento.
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Solidez defensiva
Pese a que el fútbol del FC Barcelona se centra en la posesión del balón y el ataque, mantenía una gran seguridad defensiva. Una seguridad defensiva que venía avalada por una fuerte presión sobre el rival en todas las partes del campo, comenzando por el delantero más avanzado. El sistema defensivo estaba tan engarzado por líneas que, incluso se permite jugar, en muchas ocasiones, con una línea defensiva de tres jugadores. Eso sí, esa línea defensiva se muestra en esta labor especialmente expeditiva.
Y en este aspecto destacaba la presencia de Puyol, historia del club. Puyol era todo un portento físico, destacando especialmente en el juego aéreo. Junto a él, había otros centrales de gran contundencia y solvencia defensiva, como Márquez, Milito o Abidal, que aunque era lateral, también cumplía perfectamente por el centro. Eran jugadores capaces de salir con el balón jugado, pero, sobre todo, eran jugadores muy expeditivos para resolver las situaciones de “bombeo” de balones a las que pudiera recurrir el rival.
Pero el complemento perfecto para Puyol se produce con la llegada en 2008 con la llegada del joven Piqué, que se convierte en su alumno más aventajado. En 2010 se producía la baja de Márquez y un año después la de Milito, llegando el “pufo” de Chygrynskiy y Mascherano, que aunque fichado como mediocentro, terminaría siendo muy válido para las labores de defensa central, aunque con muchas limitaciones en el juego aéreo. Esto en cuanto al centro de la defensa, pues en los laterales se cuenta con jugadores que, además de su rol defensivo, se suman con facilidad al ataque, siendo especialmente destacable Dani Alves.
A todo esto hay que sumar la consolidación en la portería de uno de los mejores porteros del mundo y, sin duda, uno de los mejores de la historia del FC Barcelona, Víctor Valdés, capaz de entender como nadie la forma de jugar y su participación en el juego, valiéndose de una notable habilidad con los pies, siendo en muchas ocasiones el iniciador del juego del equipo.
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Xavi: la plasmación de la filosofía del club sobre el terreno de juego
En la plasmación sobre el terreno de juego de esa filosofía centrada en los factores antes comentados, Guardiola encuentra al jugador perfecto para ello: Xavi Hernández. Un jugador único, la perfección táctica. Por él circulaba todo el juego del equipo, estando siempre donde debía estar, siempre ofreciéndose al juego, capaz de dar más de cien pases en un partido con una precisión superior al 90%. Algo impresionante.
Y con una seguridad casi absoluta en el control, pues apenas perdía un
balón, pareciendo tener otro par de ojos en la nuca. Y no sólo eso, sino que también era capaz de ofrecer asistencias de gol e incluso conseguirlos.
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Iniesta y Busquets: unos “complementos” perfectos
Al epicentro de Xavi se sumaron otros jugadores que se convirtieron en sus complementos ideales. Eran jugadores como Iniesta, Touré Yayá o Keita (posteriormente Busquets, Thiago y Cesc). Todos ellos eran jugadores de grandes condiciones técnicas, capaces de hacer circular el balón hasta encontrar el pase de gol; pero también físicas, incluso Iniesta, que pese a su aparente “endeblez”, resultaba un portento en la presión y la recuperación de balones. Las bajas, primero de Touré y posteriormente de Keita, no bajaron el rendimiento del centro del campo, debido a la magia de Iniesta, que alcanzó su máximo nivel, y la sorprendente incorporación del canterano Busquets, un jugador con una tremenda mentalidad defensiva y compromiso táctico, pero sumado a unas extraordinarias facultades técnicas. Xavi-Busquets-Iniesta conformaron una tripleta para la historia del club y del fútbol mundial, ya que también fueran la clave de los éxitos de la selección española en estos años.
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Presión sobre el contrario
Una de las claves de este lustro de éxitos fue la ya comentada sofocante presión sobre el contrario. Todos los jugadores estaban mentalizados (en esto resulta fundamental el papel de Guardiola) de su implicación defensiva. Cuando el equipo perdía el balón, el rival se veía incapaz de poder jugarlo, al tener enseguida encima a un jugador blaugrana; y cuando conseguían sacarlo, se veían imposibilitados de organizar el juego, teniendo que recurrir a un infructuoso “balonazo”. Esto hacía que los contrarios apenas tuvieran posesión del balón y llegasen al final de los partidos exhaustos de correr siempre detrás de él. Las largas posesiones del balón se producían por la capacidad de los jugadores para pasarlo de uno a otro hasta encontrar la línea de pase de gol; pero también por la inmediata recuperación cuando la posesión era del rival. Parece evidente que por mucha capacidad de juego que tengas, si luego no eres capaz de quitar rápido el balón al contrario, éste podría hacer algo parecido y equilibrar los porcentajes finales de esa estadística de la posesión del balón.
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Magnífica generación de canteranos
Uno de los mejores avales del FC Barcelona en las últimas décadas es el trabajo de cantera, el trabajo en “La Masía”. Este trabajo en las categorías inferiores se ha plasmado en la consolidación de jugadores en el primer equipo, lo que resulta un factor decisivo para comprender los logros conseguidos. El jugador canterano, aunque algunos no tenga un papel principal en el juego, transmiten y contagian la filosofía del fútbol barcelonista e infunden el espíritu y compromiso propio del jugador de la “casa”. En este aspecto, aparte de los principales Messi, Víctor Valdés, Piqué, Xavi, Iniesta, Busquets o Pedro (posteriormente Cesc), el equipo se complementa de canteranos como Bojan, Thiago, Bartra, Cuenca, Sergi Roberto, Montoya o Deulofeu.
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La filosofía del juego llevada a su máxima esencia
Con todos estos factores, esta filosofía del fútbol alcanzó su máxima esencia. Y todos sus aspectos se magnificaron. Se alcanzó la perfección. Ya no es que se superase al contrario en la posesión del balón, sino que apenas se bajaba del 70%, el contrario apenas olía el balón; el control del juego era absoluto y el rival terminaba claudicando más tarde o más temprano; el juego de pase corto era eléctrico y la mayoría de las veces culminaba con un pase de gol o un remate a puerta; apenas se sufría en defensa y la efectividad en ataque era brutal; etc.
Era tal la precisión de esta forma de entender el fútbol que se llegó a prescindir de la figura del delantero centro, pues no hacía falta un referente ofensivo en el área, cualquier jugador podía sorprender entrando entre la línea de defensa haciendo bueno un pase interior sorpresivo. Los rivales no sabían cómo hacer frente a esta forma de interpretar el fútbol: ¿presionar arriba?, ¿marcajes individuales?, ¿encerrarse atrás?, ¿contraatacar?, etc.
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El “falso nueve”
Esta magnificación de la filosofía del fútbol azulgrana era tal y la perfección del juego de toque y pases era tan exitosa, que se consideró prescindir de la figura del delantero centro, del nueve, de un referente claro de área, tomando protagonismo la figura denominada “falso nueve” o “falso delantero” o “delantero mentiroso”. Esta demarcación no es nueva en la historia del fútbol, teniéndose la primera referencia en la selección húngara de 1953 (según Martí Perarnau), y que en el mismo FC Barcelona han interpretado, ocasionalmente, en los últimos años jugadores como Bakero, Deco, Laudrup, Rivaldo, Ronaldinho o el mismo Messi.
Con la salida de Ibrahimovic en 2010, el equipo quedó sin esa clara referencia de área, aunque muy cerca de ella se estuvo Villa, fichado la temporada anterior, en la que anotó 28 goles. Desde entonces esa posición será ocupada con asiduidad por Messi y, ocasionalmente, también por Cesc, desde su llegada en la temporada 2011/12. La posición del “falso nueve” deja de ser un recurso ocasional para convertirse en una posición normalizada en el esquema de juego del equipo.
Si con todo lo anterior ya se creó un terreno muy favorable para el éxito, a todo ello se añadía un elemento más. La guinda. Messi. Un jugador de otra dimensión. Messi debutó en la temporada 2004/05, pero será con la llegada de Guardiola en la 2008/09 cuando pase de ser un gran jugador a un jugador extraordinario, pasando de marcar 16 a 38 goles en la suma de todas las competiciones. Messi engarzó perfectamente en el sistema de juego del equipo (lo ha “mamado” desde la base), pero al mismo tiempo era capaz de coger el balón y resolver el partido con una individualidad ante la mirada de todos. La presencia de Messi en el terreno de juego era una garantía de éxito. En el peor de los casos, siempre estaba Messi para arreglarlo. Y, además, su compromiso con el equipo y el juego de conjunto era absoluto, siendo, además, el primer jugador en ejercer esa presión apabullante para recuperar el balón.
Variables negativas que pueden suponer el final del ciclo
Entremos a analizar algunas de las variables que han determinado este final de ciclo, muchas de las cuales coinciden con el agotamiento o debilitación de aquellas que participaron en el auge. Ninguna de estas variables por sí misma sería significativa, ni afectaría considerablemente al rendimiento deportivo, pero la confluencia de todas ellas sí. Algunas de las variables negativas encontradas son las siguientes:
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Debilidad defensiva
Coincide con el punto 3 de las “variables positivas para alcanzar la gloria”, pero a la inversa. La seguridad defensiva se fue debilitando progresivamente con los años, especialmente en los tres últimos. Cuando se fichó a Chygrynskiy en 2009 es porque ya se consideraba necesaria la llegada de un defensa central, pues se había producido la baja, no muy significativa, de Cáceres. Chygrynskiy no terminó de convencer, pero no hubo problema, debido a que Piqué se confirmó como un sensacional defensa central, resultando el complemento perfecto de Puyol. Incluso la defensa terminó reforzándose con la llegada del lateral Maxwell.
Sin embargo, en los cuatro años siguientes no se produjo la incorporación de ningún otro defensa como tal, salvo Jordi Alba en 2012 y los canteranos Montoya y Bartra en 2013, aunque este último no llegaría nunca a convencer del todo, fundamentalmente por su escasa contundencia. Es cierto que llegaron Mascherano, Adriano y Song, pero aunque todos terminaron, unos más que otros, cumpliendo labores defensivas, ninguno tenía una dilatada experiencia como tal.
El caso más significativo fue el de Mascherano, que terminó convirtiéndose prácticamente en un fijo de la línea defensiva debido a las cada vez más reiteradas ausencias de Puyol. Por el contrario, año tras años se produjeron bajas en esta línea: Márquez, Chygrynskiy y Touré (mediocentro con buenas cualidades defensivas y que también podía cumplir como defensa) en 2010; Milito, Maxwell y Cáceres en 2011; Keita (sin ser específicamente un defensa, también cubría labores defensivas) en 2012; y Abidal en 2013. A todo esto hubo que sumar que jugadores como Alves y Puyol comienzaron, por razones inevitables de edad, a bajar su rendimiento.
La conclusión de todo esto en 2014 fue una línea defensiva formada por Alves y Jordi Alba en los laterales, con los complementos de Adriano y Montoya; y Piqué, Puyol, Mascherano y Bartra en el eje de la defensa. Esta línea mostró debilidades respecto a los años anteriores, y más aún, teniendo en cuenta el añadido de la también debilitación defensiva del centro del campo, con las ausencias de hombres como Márquez, Touré o Keita. Como ya se ha dicho, Puyol y Alves bajaron su rendimiento y sus recambios naturales (Montoya y Bartra respectivamente no alcanzaron, ni de lejos, el mismo nivel). Tanto es así que quien terminó ocupando en la mayoría de partidos el puesto de central fue Mascherano, fichado como centrocampista. Y resultó que el trabajo de Mascherano como central fue inconmensurable, cumpliendo a la perfección en casi todos los partidos, por su colocación, su rapidez, su anticipación en el cruce, etc., pero con un importante hándicap: los balones aéreos.
Esta suerte del juego terminó siendo uno de los principales problemas defensivos del equipo, sino el que más. Sólo Piqué mostraba solvencia en el juego aéreo, pero todo balón bombeado sobre el área se convertían en jugada de peligro.
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Problemas en la dirección técnica tras la salida de Guardiola
La salida de Guardiola, una de las piedras angulares de los años de gloria, podría significar un clara variable de este proceso de decaimiento. Sin embargo, la apuesta valiente por Tito Vilanova hizo que el club y, sobre todo, el equipo, se sobrepusiera a ello. Vilanova, otro hombre criado en Can Barça, se hizo con la confianza del vestuario y, al igual que su predecesor, también impuso su propia autoritas.
Sin embargo, esta posible variable negativa, que parecía superada, pudo terminar aflorando debido a los problemas de salud de Vilanova y los sucesivos cambios en el banquillo. Jordi Roura y Tata Martino llegan en pleno proceso de decadencia de juego y dudas sobre el sistema, al igual que en la Selección Española (más información en el artículo: «El falso mito del tiki-taka«) y, sin ser responsables directos de este proceso, no tuvieron la confianza suficiente en sí mismos (supongo que tampoco del club) para iniciar el cambio. Por otro lado, es inevitable que el drama de la enfermedad y muerte de Vilanova terminó afectando también al rendimiento del equipo.
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Xavi: la edad no perdona
Es una evidencia que no se rinde igual con 27 o 28 años que con 33 o 34. Como se dijo en el punto 4 de “variables positivas para alcanzar la gloria”, Xavi fue la máxima plasmación sobre el terreno de juego de la filosofía del fútbol del FC Barcelona, y sobre él giraba todo el juego. Fue, sin lugar a dudas, la pieza clave del éxito de una forma de jugar que hizo historia y colmó al FC Barcelona (y a la selección española) de sus mayores éxitos y gloria. Y aunque Xavi mantuvo un altísimo nivel de juego y su fútbol siguió destacando entre los mejores del mundo, no es menos cierto que su rendimiento fue bajando y que desgraciada, pero inevitable y naturalmente, inició el final de su carrera deportiva. Consecuencia de ello es que la circulación del balón ya no era la misma, no estaba siempre en pleno movimiento, ofreciéndose siempre al pase, su eficacia en el pase ya no era tan absoluta, bajó en la presión, perdió profundidad, tenía menos llegada, etc. Y lo peor de todo es que no había, ni hay, otro “Xavi”, ni parece que lo habrá nunca.
Esta variable, importantísima por sí misma, tuvo repercusión sobre el juego del equipo, pues resultaba prácticamente imposible volver a hacer este tipo de fútbol en su misma expresión. Se podrá mantener la idea, la filosofía del juego, por supuesto, pero no llevándola a su máxima esencia como durante esta época se hizo. Cuando un jugador ha sido tan grande a nivel individual y tan trascendental en el juego de un equipo, a poco que baje su rendimiento, la repercusión en el colectivo es muy evidente. Busquets e Iniesta se hicieron grandes junto al mejor Xavi, pero el fútbol de ambos se fue resintiendo paulatinamente a medida que Xavi bajaba su rendimiento. Las incorporaciones de Thiago y Cesc parecían poder suplir ese hándicap y recuperar ese nivel del juego en el centro del campo, pero nadie, ni nada, pueden suplir ese hándicap. De hecho, ambos jugadores terminaron causando baja.
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Pérdida de la presión sobre el contrario
También se ha comentado como una de las claves del éxito, la extraordinaria presión que todos y cada uno de los jugadores ejercían sobre el equipo contrario. Por diferentes razones, muchas como consecuencias de las variables ya comentadas, esa presión se fue perdiendo, algo que ha sido progresivo y muy evidente. Si antes el equipo presionaba hasta al portero y el rival apenas podía dar dos o tres pases antes de perder el balón ante la asfixiante presión, se fue pasando a una presión muy moderada y el rival era capaz de jugar con cierta comodidad e incluso disponer de tiempo y espacio para organizar la contra.
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Los rivales encuentran el “antídoto”
El juego de posesión, toque, pase corto y circulación del balón hasta encontrar el pase definitivo que el FC Barcelona había llevado hasta su máxima expresión, terminó siendo algo más que previsible y los rivales estudiaron las mil y una maneras de poder hacerles frente.
El factor sorpresa del juego blaugrana terminó agotándose, el rival ya sabía lo que iba a hacer y sólo se trataba de encontrar los recursos para neutralizarlo. Les ha costado trabajo y tiempo, pero cada vez parecen encontrar más fácilmente la fórmula para ello. Si esta variable externa (trabajo del rival) la unimos a las internas ya comentadas, nos encontramos con lo que se ha venido viendo cada vez más a menudo: la circulación del balón termina careciendo de profundidad, el equipo mantiene la posesión, pero apenas crea ocasiones de gol; y, por el contrario, el rival cada vez hace más daño en los minutos en que es poseedor del balón.
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Falta de alternativas en ataque
Todo lo expuesto hasta ahora podría tener una cierta vía de solución si se contara en el equipo con alguna alternativa al juego, pero esto no sólo no produjo, sino que se fue agudizado. Si bien la filosofía del juego se había venido sustentando históricamente en el control del juego y la posesión del balón con juego de toque y pases cortos, siempre había una referencia ofensiva, un rematador natural dentro del área. Una cosa nunca había estado reñida con la otra.
Desde siempre ha existido ese referente de ataque, ese delantero centro, desde Quini a Ibrahimovic, pasando por los míticos Lineker, Romario, Salinas, Ronaldo, Kluivert o el propio Larsson. Un delantero capaz de rematar centros, cabecear, buscar la espalda a los defensas, coger rebotes, balones perdidos, hacerse un hueco, revolverse y disparar, etc. Un “pistolero” del área. En la primera temporada de Guardiola este rol lo desempeñó Eto’o, que, pese a que no era del agrado de Guardiola, anotó 35 goles. Pero no era el único, pues también estaba Henry. Y posteriormente llegaron Ibrahimovic (21 goles en la 2009/10) y Villa (28 goles en la 2010/11). Entonces no se trataba de ajustar el juego a la presencia de este tipo de jugador, del que incluso se podía prescindir en determinados partidos o momentos, pero sí disponer de esta alternativa al juego.
El caso es que desde la salida de Ibrahimovic en 2010, el equipo no contó nunca con esta alternativa, salvo Villa en alguna ocasión. Esta falta de alternativa en ataque (plan B) fue una variable negativa más a sumar a las ya comentadas. Cuando el rival se encierra y bloquea cualquier posibilidad de pase interior, el equipo se encontraba impotente, incapaz de buscar una solución a ese bloqueo, dando evidentes muestras de impotencia.
Resultaba irritante ver llegar al equipo por bandas hasta la línea de fondo y evitar el centro al área ante la falta de un rematador convincente, resultando que se volvía a circular el balón en busca de ese hueco o pase que parecía no llegar nunca. A veces daba la sensación de estar ante un partido aburrido de balonmano, en vez de uno de fútbol. Buena parte de este atasco táctico se podría resolver, o aliviar, con la posibilidad de efectuar algún centro en algún momento, pero claro, un centro con sentido, habiendo un rematador capaz de hacerlo bueno, porque aunque en los últimos partidos de 2014 se optó por utilizar más el recurso del centro, resultaba más absurdo todavía que no hacerlo, debido a esa carencia de rematadores.
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El “falso nueve” ya no sorprende
La que fue sorprendente alternativa del “falso nueve” dejó de sorprender. Una de las razones del éxito de esta demarcación fue, como ya se ha comentado, el desconcierto táctico que creaba en el rival. No se situaba nadie en la posición de “nueve”, pero había un jugador (o varios) que de repente entraba en esa posición y hacía efectivo un pase interior o desde la línea de fondo (“pase de la muerte”). Esta “revolución” táctica como alternativa, como recurso, funcionó muy bien, pero al carecer el equipo del delantero centro, lo que, en principio era utilizado como recurso, terminó siendo utilizado por sistema. El resultado es que lo que, en principio, podía sorprender, ahora dejaba de hacerlo. A esa posición se le llamaba precisamente “falso nueve” porque engañaba al rival, porque se colaba por allí alguien de forma sorpresiva; pero claro, si se hace por sistema deja de sorprender a nadie, deja de ser “falso”, pues todo el mundo lo está esperando y se articulan los mecanismos defensivos necesarios para bloquear esas entradas.
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Pérdida de motivación por ganar
Este es un factor psicológico de carácter individual, pero que afecta inevitablemente al colectivo. La mayoría de los jugadores de la plantilla acumulan en sus historiales una gran cantidad de títulos, prácticamente todos los posibles. Es lógico pensar que las ilusiones y motivación por ganar un nuevo título no sean las mismas que cuando no se tiene ninguno. Ninguno de los implicados es consciente de este factor, por lo que no puede reconocerlo, pero ahí está.
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Las nuevas hornadas de canteranos no terminan de cuajar
La inagotable cantera barcelonista fue una de las principales claves del éxito alcanzado. Y no sólo por el número, sino por la impresionante calidad de todos ellos. Sin embargo, en las últimas temporadas los canteranos que han ido accediendo al primer equipo no han terminado de dar el nivel exigido.
Nada de lo anterior tendría una repercusión dramática, si el genio de Messi hubiese seguido al mismo nivel que en los años anteriores. Ciertamente el rendimiento global del equipo se hubiese resentido, pero posiblemente se hubiesen “salvado los muebles” con la consecución de algún que otro título. Sin embargo, el colmo de toda esta situación de debilitamiento se complica en el rendimiento de Messi en la última temporada, afectado, posiblemente, no sólo por la repercusión física de sus lesiones musculares, sino también por cuestiones personales.
Con todo lo expuesto, se puede argumentar tanto la consecución de la gloria deportiva alcanzada por el FC Barcelona en este lustro de 2008 a 2013 y la posible finalización del mismo en la última temporada finalizada en el verano de 2014.
Justificar todo este proceso de decadencia a cuestiones aisladas, como la de la figura del entrenador, no sólo es demasiado simplista, sino que supondría no querer ver la complejidad de la situación e intentar tapar agujeros, cuando lo que hace falta es una buena obra de rehabilitación.
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