Cosas del Fútbol que se han perdido. Capítulo II
¡Cuánto ha cambiado el fútbol en los últimos años! O ¡qué poco! Quien sabe…
Continuamos repasando “cosas del fútbol que se han perdido”. A los diez puntos del Capítulo I, ahora se aportan otros diez más. Y seguimos…
Cuántas «cosas que se han perdido» nos recuerda la F.R.A.C. ¡Qué grandes!
Estos nuevos cambios son los siguientes:
- Cuando sólo había una primera y una segunda equipación.
- Cuando no había ni cánticos, ni tifos, ni mosaicos, etc.
- Cuando la formación para la foto era digna y no de “cagalera”.
- Cuando sólo jugaban dos extranjeros por equipo.
- Cuando se tiraba al suelo para “barrida” de balón.
- Cuando se daban patadas, no pisotones.
- Cuando se chutaba con el empeine, no con el interior.
- Cuando se jugaba con extremos.
- Cuando se jugaba con “líbero”.
- Cuando el socio era socio y no abonado
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Cuando sólo había una primera y una segunda equipación
Fútbol Clásico: Cada equipo sólo tenía una primera equipación, la oficial y una segunda. No más. Y normalmente eran de algodón, que se empapaban en sudor a las primeras carreras. Era lo que había, hasta el punto de ser normal que la misma camiseta se usara para todo el partido, sin cambiarla en el descanso por muy sucia, sudada y pringada que estuviese.
Fútbol Moderno: Los equipos mantienen grosso modo una primera equipación, aunque cada temporada cambia el diseño y hasta la composición de los colores; y la segunda ya no es fija, ni siquiera en el color. Pero es que, además, también hay tercera, cuarta y hasta quinta equipación. Y siempre hay camisetas de repuesto por si hay que cambiarla. Cualquier club, por modestos que sea, tiene registrados sus símbolos, como el escudo, y suelen tener mecanismos de ventas de sus productos, generalmente a través de una Tienda Oficial.
Reseña histórica: El cambio fundamental se produce durante la década de los noventa, cuando las empresas encuentran en el fútbol un magnífico escaparate publicitario.
Las primeras en aprovecharse de esta sitaución son las marcas deportivas que surten a los equipos, que encuentran un escenario perfecto en un doble sentido: publicitario (promocionar la marca en las camisetas) y comercial (vender camisetas). Con este «descubrimiento» se desencadena una gran vorágine que hace que las casas comerciales intenten destacar sobre las demás y se diseñen camisetas de lo más estrambóticas.
Por otro lado, las televisiones cada vez ofrecen más partidos, lo que hace que las marcas publicitarias puedan alcanzar a millones de personas. Consecuencia de ello es la invasión del fútbol por la mercadotecnía, donde todo es susceptible de ser vendido como “marca de Club”, desde los productos propiamente deportivos, como camisetas, calzonas, chandals, balones, etc. hasta cualquier objeto del ámbito comercial que sea, desde papelería, hogar, textil, informática, etc. Esta vorágine comercial también influye en el material de las camisetas y en los diseños vangardistas, preferentemente con capacidad para resaltar la musculatura del jugador, de ahí, por ejemplo, la “moda” de las camisetas ajustadas al cuerpo, muy similar a los años veinte.
Fútbol Clásico: El ambiente en las gradas era completamente distinto al actual. Los gritos de ánimo al equipo eran muy simples y directos, consistentes, básicamente en gritar el nombre del equipo y, si acaso, algún “alabín-alabán” o algo similar. Tampoco había tifos, ni mosaicos, ni nada de eso, a lo sumo había algún aficionado ondeando una bandera o algún otro con un bombo, para tortura de los que estaban alrededor. También era bastante típico encontrar a un par de «avanzados» portando una pancarta con alguna «ingeniosa» frase, generalmente en verso. Eso sí, había pañuelo, pañuelos blancos, que eran sacados bien fuera como señal de protesta o todo lo contrario, como gesto de admiración a una gran jugada o gran gol.
Fútbol Moderno: Actualmente, sobre todo desde las gradas de animación o de grupos “ultras”, se alienta al equipo con un gran repertorio de cánticos, que son cantados al unísono, creando un ambiente espectacular.
La inspiración de estos cánticos ha venido especialmente de las hinchadas sudamericanas, sobre todo de equipos argentinos y, también de algunas hinchadas italianas e inglesas. También se han incorporado los tifos, mosaicos y similares, formados en las gradas por los aficionados. Debido a la pérdida de la costumbre de llevar pañuelo, también se ha perdido la clásica costumbre del flamear de pañuelos.
Fútbol Clásico: La formación del equipo inicial para la foto era con una pose digna, recogida de la tradición Lo habitual eran seis jugadores de pie, con el portero en un lateral, y cinco delante agachados. Entre los agachados alguno tenía el balón y a veces, hasta redondeaban la formación con una uniformidad de poses, como por ejemplo hincando una rodilla en tierra.
Fútbol Moderno: Las poses actuales son de vergüenza, pues los jugadores de delante no están agachados, sino semiagachados, de tal manera que, además de medio tapar a los compañeros de detrás, adquieren una postura grotesca y ridícula. Y hasta obscena.
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Cuando sólo jugaban dos extranjeros por equipo
Fútbol Clásico: Casi todos los jugadores eran nacionales, pues sólo estaban permitidos dos extranjeros (posteriormente tres) por equipo.
Fútbol Moderno: Es fácil ver equipos donde apenas hay jugadores nacionales, incluso no hay ninguno.
Reseña histórica: La admisión de jugadores extranjeros en el fútbol español ha sufrido muchas variaciones, pero siempre ha habido momentos de más o menos apertura, hasta que se cierra totalmente en 1962, situación que se mantuvo hasta 1973. Durante estos años, los clubes de fútbol españoles no podían tener jugadores extranjeros, salvo los que se nacionalizaban o acreditaban tener familiares o ascendentes españoles (oriundos, «timo paraguayo«). En 1973 se perimitió a cada club disponer de dos fichas de jugadores extranjeros, siendo Johan Cruyff (fichado por el FC Barcelona) uno de los primeros en llegar. Posteriormente se aumentó a tres extranjeros por equipo y poco después se amplió a cuatro, aunque sólo podían coincidir tres en el terreno de juego.
Hasta 1995, en la mayoría de las competiciones nacionales había un límite de jugadores extranjeros por equipo, ya fuese en el total de la plantilla o en el once inicial. El cambio radical se produce a partir de la sentencia del “Caso Bosman”.
El Caso Bosman surge cuando un jugador belga, Jean Marc Bosman, denuncia a la Federación Belga y UEFA por incumplir el Tratado de Roma de 1957. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminó a su favor declarando ilegales las indemnizaciones por traspasos y los cupos de jugadores extranjeros en los Estados de la Unión Europea. Con todo ello, en los equipos de competiciones nacionales de UEFA no hay límites de jugadores europeos, aunque sigue habiendo cupos de jugadores no comunitarios.
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Cuando se tiraba al suelo para “barrida” de balón
Fútbol Clásico: Era bastante frecuente una acción defensiva, generalmente realizada por los laterales, consistente en tirarse al suelo (con deslizamiento sobre el culo) para cortar un balón conducido por el contrario. Lo que viene en llamarse “rebañar” o “barrida” del balón. El mejor especialista en esta acción fue el lateral derecho internacional Juan José, «Sandokán», tanto en su etapa en el Cádiz CF como en el Real Madrid.
Fútbol Moderno: La acción de tirarse al suelo para recuperar un balón está prácticamente en desuso. Es una acción que no es del agrado de los entrenadores, pues de no llevarse el defensa el balón, queda fuera de la acción defensiva y el delantero se libera de él. Otra causa es que en estas acciones era normal que el defensor sacara el balón por el lateral, y se retomara la posición mientras el balón volvía a ponerse en juego; pero como ahora el balón se pone rápidamente en juego (hay muchos balones autorizados), puede quedar descolocado tras el saque rápido de banda.
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Cuando se daban patadas, no pisotones
Fútbol Clásico: Cuando un contrario se escapaba, el recurso que le quedaba al defensa para que no se escapara era la patada, el “patadón”, provocando la inminente caída del jugador atacado. Era aquello de “pasa el hombre o el balón, pero nunca los dos” (Cornero). Las patadas podía ser más o menos sibilinas, para evitar la tarjeta e incluso la falta. Además, entonces no se pitaba falta por cada mínimo contacto, sino que para que se sancionara tenía que ser muy clara. Pero claro, un buen patadón al contrario generalmente era claro y evidente, por lo que pocas veces se quedaba sin sanción.
Fútbol Moderno: Ahora los árbitros son mucho más sensibles para sancionar las faltas, sobre todo en España, donde cualquier mínimo contacto es susceptible de ser considerado como falta. Y tarjeta. Para evitarlo los jugadores han desarrollado sistemas mucho más “malvados” que el simple patadón. Entre estos métodos destaca el “pisotón”: el defensor no suelta la patada clásica tan evidente y aparatosa, sino que mantiene su carrera con normalidad, pero en uno de sus pasos, pisa uno de los pies del contrario. El pisotón, a diferencia de la patada, es mucho menos apreciable, pudiendo pasar desapercibido, pues ni siquiera tiene que provocar la caída del contrario, aunque sí le deja inutilizado para proseguir su acción. Sin embargo, puede provocar lesiones mucho más grave que la patada, pues dependiendo de la posición del pie y pierna en el momento de ser pisado, puede afectar a ligamentos de tobillo o rodilla.
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Cuando se chutaba con el empeine, no con el interior
Fútbol Clásico: El disparo a puerta, el “chut”, se solía hacer golpeando el balón con el empeine del pie, debido a que es donde más potencia se alcanzaba. Era lo que venía a llamarse un «pepinazo». El interior se utilizaba, preferentemente, para golpeos de precisión, como el pase, pues con este golpeo se alcanzaba menor potencia. El exterior quedaba para pases exquisitos con efecto. Todo esto por regla general, pues había jugadores, como el lateral brasileño del Real Madrid Roberto Carlos, que le pegaba con el exterior con enorme fuerza, lo que unido al efecto que alcanzaba el balón, hacían de sus disparos una tortura para los porteros rivales.
Fútbol Moderno: Actualmente cada vez es más frecuente el disparo utilizando la parte interna del pie próxima a puntera y empeine (empeine interior). Este golpeo se utiliza, sobre todo, cuando el balón está sobre el suelo, pues cuando el golpeo es en el aire lo normal es que se siga utilizando el empeine. Los futbolista más técnicos son capaces de golpear al balón con esta parte del pie y inferirle una gran potencia. Y no sólo eso, sino que el balón toma efecto y, en ocasiones una trayectoria desigual que provoca el desconcierto del portero. Uno de los grandes especialistas en este golpeo es el colombiano del Real Madrid, James Rodríguez.
Reseña histórica: La principal causa de esta modificación en el golpeo del balón es la evolución del material del que se elaboran los balones. Antes el balón era más pesado (no era impermeable) y se deformaba, por lo que prácticamente la única forma de darle potencia era golpeándolo con el empeine. Y si estaba mojado, el peso se podía multiplicar por dos.
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Cuando se jugaba con extremos
Fútbol Clásico: En el sistema de juego era bastante normal el juego por bandas,
por los extremos, buscando el centro y el remate del clásico delantero centro. Los extremos, que jugaban por su zona natural, esto es, el diestro por la derecha (con el número 7) y el zurdo por la izquierda (con el número 11), solían ser jugadores poco corpulentos, menudos, escurridizos, pillos y, sobre todo, con mucha velocidad. No tenían prácticamente obligaciones defensivas, pues como los defensas laterales apenas subían, no tenían que desdoblarse en tareas defensivas. Otras cualidades de los extremos era el regate en carrera y el centro. Rafa Benítez lo refleja mucho mejor en este artículo en su propio Blog.
Cuando se jugaba con extremos el sistema solía ser el 4-3-3 o el 4-4-2, donde los extremos eran asistidos desde el centro del campo por los interiores (también llamados medios volantes), el derecho (con el número 8) y el izquierdo (con el número 10).
Fútbol Moderno: Las evoluciones de los sistemas de juego han degenerado hasta la casi desaparición de los extremos clásicos, que actualmente son una «especie en peligro de extinción» (Torrejón Perea). En el fútbol moderno son muy pocos los entrenadores que juegan con extremos y, los que los utilizan a veces los ponen a “pierna cambiada”, con la intención de buscar más la internada hacia el centro (diagonal) o el disparo en lugar de la llegada hasta la línea de fondo y el centro o pase atrás («pase de la mmuerte»). El extremo clásico se ha ido fusionando con el interior clásico, resultando una posición actual híbrida de ambas. Se convierte en un centrocamposta más, y aunque cae a una banda, se posiciona mucho más centrado que el extremo clásico, con mucha más participación en la construcción del juego. Y, además, tiene una gran responsabilidad defensiva, ya que deben cubrir las incorporaciones al ataque de los defensas laterales, que al tener mucho más campo por delante, suben su banda (“carrileros”) ejerciendo esa función del extremo clásico.
Reseña histórica: Para encontrar la máxima esencia del extremo tenemos que retroceder a la mitad del siglo XX, con ejemplos como Paco Gento en el Real Madrid, Basora en el FC Barcelona, Garrincha en Botafogo o George Best en el Manchester United. En España también sobresalen extremos clásicos como Amancio, Juanito, Rojo I, Carrasco, López Ufarte, Futre, Mané, Villalba, Mejías II, etc. Desde los noventa, los extremos comienzan a desarrollar funciones de interior, destacando en esta reconversión jugadores como Figo, Beckham o De Pedro.
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Cuando se jugaba con “líbero
Fútbol Clásico: Otra posición defenestrada por el fútbol moderno es la del «libero», que ya no es que esté (como el extremo) en peligro de extinción (R. André), sino que ha sido extinguida. Cuando se impuso el sistema del 4-4-2, la línea defensiva quedaba compuesta por dos defensas centrales y dos laterales. Pero esos dos defensas centrales estaban claramente diferenciados, pues mientras uno de ellos ejercía fundamentalmente de “marcador”, encargándose del delantero centro rival; el otro ejercía de lo que vino a llamarse “defensa libre”, también llamado “defensa escoba” o “líbero”, teniendo como función principal resolver las desaplicaciones defensivas de sus compañeros, por lo que debía ser un jugador de gran rigor táctico. Podría decirse que entre ambos ejercían los roles de “poli malo” y “poli bueno” respectivamente. Eran complementarios. La complicidad y conjunción de estos dos jugadores era fundamental, por lo que era normal que cuando una pareja funcionaba, se mantuviese durante muchos años. En el origen de esta posición tuvo mucho que decir uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol: Franz Beckenbauer, el «Kaiser».
No sólo eran diferentes en sus funciones, sino también en sus potencialidades técnicas y físicas. Mientras el central era de gran fortaleza física, contundente en el despeje, aplicado en el marcaje y con ciertas dosis de agresividad; el líbero, sin dejar de tener podería físico, también tenía altas dotes técnicas, se podía desplazar a los laterales, era más rápido en el cruce y capaz de sacar el balón con cierto criterio.
Fútbol Moderno: Actualmente la figura del “líbero” como tal ha desaparecido, determina
do fundamentalmente por la imposición táctica del marcaje por zonas en lugar del marcaje individual. Ahora los dos centrales, o tres (en sistemas de cinco defensas con dos laterales avanzados), tienen carácterísiticas similares, basculando uno a cada lateral.
Reseña histórica: El paradigma del defensa líbero fue el alemán Beckenbauer, al que se considera uno de los principales iniciadores de esta posición. Otros líberos que han marcado historia han sido Passarella, Krol, Baresi, Koeman… Una de las parejas mejor avenidas fue la formada en la Selección Española por Goikoetxea y Maceda. En muchos casos grandes centrocampista terminaron su carrera actuando como «libero», como los alemanes Lothar Matthaus o Mathias Sammer. Pero sin lugar a dudas su máximo exponente, el alumno aventajado de el «Kaiser» fue el gaditano Carmelo, el “Beckenbauer de La Bahía”.
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Cuando el socio era socio y no abonado
Fútbol Clásico: Cuando se hablaba del “socio” se hacía referencia a un aficionado que había adquirido un carné para toda la temporada, lo que le daba derecho a ir y participar en las asambleas del Club, así como votar cada cuatro años para la elección del presidente. El socio era dueño del Club, el Club era de los socios y se debía a ellos.
Fútbol Moderno: Desde que los clubes fueron obligados a convertirse en Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), hay que distinguir entre “socios” y “abonados”. Ahora los que antes eran “socios” han pasado a ser “abonados”, mientras que ahora los “socios” son sólo aquellos que tienen participación accionarial en el Club. Ahora los abonados (antiguos socios) ya no pintan nada, sólo les queda el consuelo del «pataleo», pues se han covertido en simples «clientes». Los Clubs, en la mayoría de los casos, están en manos de grandes empresarios o magnates, generalmente ajenos al sentimiento del Club y que utilizan con fines especulativos o como medio para potenciar sus negocios.
Reseña histórica: La conversión de los clubes en SAD se produce por imposición de la Ley del deporte 10/1990 de 15 de octubre, que fue desarrollada mediante el Real Decreto sobre Sociedades Anónimas Deportivas 1251/1999 de 16 de julio. Todos los clubes de categoría nacional, a excepción del CA Osasuna, Real Madrid y FC Barcelona debe convertirse en SAD, teniendo como plazo para hacerlo hasta el 30 de junio de 1992. Ahora los clubes ya no son de los aficionados, de los abonados (anteriores socios), que pasan a ser simples clientes, ni siquiera de los pequeños accionistas, pues lo normal es que el grueso del paquete accionaral esté en manos de grandes empresarios, especuladores y hasta agentes poco claros.
CONTINUARÁ…
«Todos los clubes de categoría nacional, a excepción del CA Osasuna, Real Madrid y FC Barcelona debe convertirse en SAD, teniendo como plazo para hacerlo hasta el 30 de junio de 1992».
Te falta una excepción, a septiembre!