Reglas no escritas del Fútbol en la Playa (no Fútbol-Playa)
Jugar al fútbol está bien; jugar al fútbol en la playa, mejor; jugar al fútbol en las playas de Cádiz, no tiene precio.
Quien no haya jugado al fútbol en las playas de Cádiz no sabe lo que es disfrutar de este deporte en su grado summun. Los mejores jugadores de la historia podrán presumir de haber jugado en los más grandes y emblemáticos coliseos futbolísticos, pero pocos, muy pocos de ellos habrán tenido el privilegio de dar patadas a un balón en las playas de Cádiz. Sólo algunas genialidades del fútbol como Mágico González o Pepe Mejías saben lo que es eso. Pero lo mejor de todo es que para disfrutar de este maravillosos privilegio no hace falta ser una gran estrella del fútbol, más bien todo lo contrario…al
Jugar al fútbol está bien; jugar al fútbol en la playa, mejor; jugar al fútbol en las playas de Cádiz, no tiene precio.
Quien no haya jugado al fútbol en las playas de Cádiz no sabe lo que es disfrutar de este deporte en su grado summun. Los mejores jugadores de la historia podrán presumir de haber jugado en los más grandes y emblemáticos coliseos futbolísticos, pero pocos, muy pocos de ellos habrán tenido el privilegio de dar patadas a un balón en las playas de Cádiz. Sólo algunas genialidades del fútbol como Mágico González o Pepe Mejías saben lo que es eso. Pero lo mejor de todo es que para disfrutar de este maravillosos privilegio no hace falta ser una gran estrella del fútbol, más bien todo lo contrario…
En este artículo se trata de describir las, hasta ahora, “Reglas no escritas del Fútbol en la Playa”. No hay que confundir con el “Fútbol – Playa”, que está reconocido por FIFA, y que tiene su propias Reglas del Juego y sus campeonatos nacionales e internacionales. Sin embargo, el “Fútbol-Playa” tiene muy pocas similitudes con el Fútbol, principalmente porque se juega sobre una superficie irregular (arena seca), pero tampoco coincide en el número de jugadores, ni medidas, ni tamaño de porterías, ni balón, etc.
La principal dinámica del juego pasa por levantar el balón y patearlo, bien sea para pase o para disparo de volea. Por el contrario, el Fútbol en la Playa nos lleva a la máxima esencia del Foot-Ball, a sus orígenes…
Las playas de Cádiz
Cádiz tiene más de siete kilómetros continuos de playa, entre Santa María del Mar, Victoria y Cortadura hasta Torregorda. Y eso sin contar Torregorda, continuación de Cortadura, ni la mítica Caleta, en la zona centro de la ciudad. Y lo mejor no es la longitud, sino la anchura, con cerca de cien metros de arena seca y otros cien metros (o más, dependiendo de los coeficientes de mareas) de arena humeda (“mojá”). La zona de arena seca es siempre la misma, pues la marea nunca llega a ella; pero la zona de arena “mojá” aumenta o disminuye dependiendo de si la marea está bajando o subiendo.
Las mareas en invierno tienen mayor coeficiente que en verano, por lo que es importante conocerlas para saber con el espacio de arena con el que se cuenta al empezar el juego, así como saber si la marea va subiendo (disminuye el espacio de juego) o bajando (va aumentando el espacio de juego).
Las Reglas No Escritas del Fútbol en la Playa
Las Reglas del Fútbol en la Playa no existen, ni espero que existan, ni siquiera después de este artículo. Aquí sólo se trata de plasmar algunas de los convencionalismos más extendidos.
El Fútbol en la Playa es la mayor expresión de la esencia del Foot-Ball, allá por mediados del siglo XIX, el que se jugaba en los campos y patios de los Colleges británicos. No hay unas reglas del juego escritas, sino que se suponen e incluso se improvisan sobre la marcha. Tampoco hay árbitro, ni falta que hace.
El No Árbitro
En los partidos de Fútbol en la Playa no hay árbitro. Volvemos a la esencia del Foot-Ball. En realidad, lo único que hay que arbitrar son los goles y las faltas. Las demás reglas del juego, sobran en la playa. Y son dos cuestiones que pueden llevar a agrias discusiones. Hay que considerar que las porterías, como se verá más adelante, no existen como tal, por lo que en ocasiones es complicado saber si ha sido gol o no. En cualquier caso, esto tampoco supone mayor problema, pues cada uno es libre de llevar la cuenta de goles que le da la gana, siendo bastante freucente que a la finalización del partido hayan ganado los dos equipos.
Lo de las faltas es otro tema. Por lo general no hay faltas, no porque no las haya en sí, sino porque es raro que se acuerden. Las faltas suelen ser marcadas por el jugador que la recibe (volvemos a la esencia del Foot-Ball), que con gesto de desagrado se vuelve, brazos en alto, hacia su rival en señal de reprobación, indicándole sus malas artes. Lo malo es que, a veces, algún no adaptado resulte demasiado delicado, poniéndose pesado con tanta faltita, por lo que se termina pasando de él. Otras veces es algún espabilao pejiguera quien se autodesigna como regulador del juego. Hasta los huevos se suele terminar de él, siendo mandado educadamente al mismísimo carajo, salvo que sea el dueño del balón, claro.
Que eso es otra, el balón. ¿Quién lo lleva? Lo normal es que el grupo de amigos haya hecho un escote (porra, fondo, etc.) para comprar uno; o que haya algún amante de la filantropía que ofrezca generosamente tan preciado bien futbolero. Pero vamos, que tampoco sería de extrañar que después de estar todo organizado, no hubiese balón.
Los equipos
Los jugadores se reparten en dos bandos (o tres, si se juega un «rey de pista»), pudiendo los equipos desde dos hasta infinitos jugadores, dependiendo de la cantidad de gente congregaday del espacio de playa que permita la marea. El reparto puede ser por grupo establecido, por sorteo, o por elección según dos “capitanes”, que van eligiendo alternativamente a sus jugadores. Los primeros elegidos, los portero; y los últimos, los más “malos”, que reciben su destino con un clásico “lo sabía…”
Es muy posible que durante el transcurso del partido vaya llegando más gente, en cuyo caso tendrán que esperar a ser pares para repartirse equitativamente entre los dos equipos. También depende de la jerarquía del nuevo, pues si es un “peso pesado” del grupo, entra a jugar directamente, por lo general con el equipo más débil. El problema está en cuando el personal inicial del partido ya lleva jugando un buen tiempo y comienza a acusar el cansancio; y de repente se cuela uno o varios notas frescos que arrasan sobre los exhaustos.
También es bastante frecuente que se vaya retirando gente del partido a medida que avanza en el tiempo y se acumula el cansancio, pues hay partidos que pueden durar toda una mañana. A veces los que terminan el partido nada tienen que ver con los que empezaron.
Las porterías
Por llamarlas de alguna manera, pues también se vuelve a la máxima esencia de los pioneros del Foot-Ball. Salvo partidos de gente ya muy veterana y organizada, que llevan los postes y hasta larguero (generalmente una cuerda) merced a la manufactura de algún voluntario con un taller o similar, lo normal es jugar sin postes como tal y, por supuesto, sin larguero.
Las marcas de las porterías se señalan entonces con mochilas, camisetas, monturrios de arena, etc. a una distancia previamente establecida, que se mide con pasos. No es de extrañar que durante el partido el ancho de alguna portería vaya menguando misteriosamente, lo que termina siendo descubierto por el equipo contrario con un “Quillooooo, cohoneeeeee, esa portería es mu chicaaaaaa”.
En verano los postes apenas son visibles, pues la gente va con lo puesto, pero en invierno los postes pueden llegar a ser más anchos que la propia portería. Gran dilema cuando el balón pasa por encima de alguno de los monturrios que hace de poste, ¿gol?, ¿fuera?: ¡goluy!
No menor dilema es establecer la altura de la portería, pues como ya se ha dicho, no hay larguero. La altura de la portería suele venir determinada por la altura del portero, entendiéndose que es “alto” si el portero no llega al balón pese a saltar con lo brazos estirados. En este sentido, conviene poner de portero a un bajito…
¿Quién se pone de portero?
Las zonas de España donde se juega al fútbol en la playa suelen ser canteras de buenos porteros, como sucede en las playas del Cantábrico. El terreno arenoso facilita la amortiguación de las caídas, y los que ejercen de porteros tienen más posibilidades de tirarse a por el balón. Sin embargo, en Cádiz nunca ha habido tradición de porteros. Es más, uno de los principales problemas para iniciar un partido es quién se pone de portero.
Si hay voluntarios para ponerse de portero, bien, pero si no se quiere poner nadie (lo más normal) hay varias alternativas: se juega sin portero (portería chica), se juega con portero-delantero o se va cambiando de portero.
Cuando nadie se quiere poner de portero, se suele acordar jugar con “porterías chicas”, que vienen a ser de entre uno y tres metros, dependiendo del número de jugadores. Con las porterías chicas se suele acordar que “no vale marcar desde lejos” (la distancia es aleatoria) o que hay que marcar desde dentro de un área marcada en la arena, o incluso que sólo valen goles de cabeza. El juego con portería chica es para birgueros del balón, pues requiere mayor técnica, salvo en jugadas donde se amontona gran cantidad de gente delante de la portería y la jugada termina con un «pepinazo» de mosqueo de algún delantero. Otra característica de jugar con portería chica, sin portero, son los penaltis por mano. estos penaltis se suelen tirar desde una distancia acordada y con un defensor ejerciendo de portero, pero adoptando una postura y tener que mantenerla sin poder moverse durante el lanzamiento. Siempre hay una rodillita que baja sibilinamente para detener el balón. Eso sí, no vale «cañonazo».
Tampoco es descabellado pensar en un equipo jugando con “portería chica” y otro con “portería grande” y portero, que para eso lo tiene.
Otra posibilidad es acordar jugar con portero pese a que nadie quiera ejercer en tal posición, en cuyo caso se suelen establecer turnos, de manera que según un criterio todos los jugadores del equipo (menos los “gafas”) van rotando por la portería. El criterio puede ser por tiempo, que controla el que se va poniendo de portero; o cada vez que se marca o recibe un gol. Este segundo criterio es más problemático, sobre todo con el tema de cambiar con gol recibido, pues las ganas de quitarse de portero hace que se produzcan goles sospechosamente fáciles.
El terreno de juego
No hay dimensiones establecidas. Ni tampoco se marcan límites, si acaso, se marcan sobre la arena las líneas de fondo y de gol. La longitud se establece dependiendo del número de jugadores. Primero se coloca las señales de una porería, donde se comienza el peloteo; y los del otro equipo se distancian lo suficiente para poner la otra. En ocasiones se pasan de largo, escuchándose el sonoro grito de “Illoooooo, onde va, cohone”.
Y el ancho viene marcado por la arena seca por un lado y el agua por otro, pero no de forma rigurosa, pues se puede jugar por ambas partes, con las limitaciones que suponen.
Cuando el balón va a la arena seca
Cuando el balón se aleja mucho por la arena seca, se suele dejar al que lo persigue, pero siempre hay algún “fatiga” que le sigue presionando, lo que conlleva que el primero coja el balón con las manos y a su antojo diga “fuera”. Son momentos de mucho esfuerzo físico y los que se lo sufren terminan la jugada para el arrastre, incluso tirados en la propia arena durante un rato hasta recuperar el oxígeno.
Cuando el balón va al agua
Por el agua suele pasar algo parecido. Cuando el balón se disputa por la zona más orillera no suele haber problema, pero éstos surgen cuando el balón llega a zonas más profundas de agua. En este sentido es importante si se está jugando calzado o descalzo. Los que llevan “tenis” (zapatillas de deporte), al principio del partido se suelen frenar al llegar al agua para no mojarse, aunque a medida que avanza el mismo y se van mojando, terminan metiéndose hasta los tobillos. Los que van descalzos tienen menos problemas, claro, y abusan de su condición.
En ocasiones, se pega un patadón hacia el agua para cortar una jugada y que no pueda seguir el avance. También es normal salpicar de agua al que intenta presionarnos o quitarnos el balón. Y luego está el listillo, que, a su bola decide coger el balón para sacar con las manos.
El Fuera de Juego
¿Quéeeeeeeeee?
Equipamiento
Los equipos no se diferencian entre ellos con equipaciones de colores diferentes, es más, lo normal es que se juegue sin camiseta, sobre todo en los mese de verano.
Respecto al calzado, es bastante frecuente jugar descalzo, lo que conlleva un cierto riesgo, sobre todo cuando hay rivales que juegan calzados. Lo normal es establecer que todos jueguen calzados o descalzos, pues en alguna ocasión se cuela algún “impresentable” calzado no ya con unas livianas zapatillas, sino hasta con botas de tacos.
El tiempo de juego
El partido no tiene tiempo de final, pues se acaba cuando la gente ya está harta, cuando hay cabreo o, en el mejor de los casos, cuando se llega a un número de goles determinado, que normalmente se suele establecer durante el partido. En ocasiones se decide “el que marque gana”, de manera que, independientemente del resultado, el que marque el próximo y último gol, gana el partido. Puede haber tantos goles, que llega un momento que se pierde la cuenta. En ocasiones el premio para el ganador es que “se queda con la playa”.
Lo mejor del partido
Lo mejor del partido es el baño final, o intermedio, que da vida para seguir jugando, o para pasar del partido y echarse en la arena a tomar el sol, comentando el partido con unos litritos de cerveza y una bolsa de patatas fritas.
Respecto al Fuera de Juego, efectivamente no existe, pero sí la figura de «el palomero», el cual era recriminado por su actitud en ambos equipos por ser un oportunista, con la excusa en ocasiones de estas dando conversación al portero, y por otro lado por no bajar a defender.