Siempre gana quien mejor jugó
En fútbol, como en la inmensa mayoría de los juegos, SIEMPRE GANA QUIEN MEJOR JUGÓ. Y juega mejor quien marca más goles, que es la máxima del fútbol. A partir de aquí, analicemos los conceptos.
Jugar bien vs jugar bonito
Desde hace algunos años, desde los medios de comunicación se ha venido asociando erróneamente el concepto de “JUGAR BIEN” / «JUGAR MEJOR» a “JUGAR BONITO”. Y son conceptos completamente diferentes. Se puede «jugar bonito», esto es, hacer un fútbol espectacular, de pases, posesión, tiros a puerta, combinaciones, etc. y perder. En estos casos se ha jugado “bonito”, incluso «bien», pero «NO MEJOR QUE EL RIVAL». Esta confusión provoca argumentos tan contradictorios como «jugó mejor, pero perdió», o a la inversa, «jugó peor, pero ganó».
Ahondando en los medios deportivos, tanto en televisión, como radio o prensa, es bastante frecuente escuchar o leer declaraciones en el sentido de “se ha jugado muy bien, pero sólo ha faltado el gol, hemos tenido mala suerte” o “el resultado es injusto, hemos merecido ganar, pero ellos llegaron una vez y marcaron, hemos tenido mala suerte” ¡¡¡¡Qué absurdo!!!! Pero si el gol es lo que vale, lo único que cuenta para ganar. Esto es el fútbol. No gana el que más corners lanza o más posesión tiene, sino EL QUE MÁS GOLES MARCA. Y a partir de ahí, el que lo consigue, el ganador, siempre es justo, SIEMPRE ES QUIEN MEJOR JUGÓ. Quizás con un juego más feo, más tosco, menos espectacular, etc. Incluso puede que haya «jugado mal», pero si ha ganado es que, pese a todo, lo ha hecho mejor que el rival.
Siempre gana quien mejor jugó
Desde esta irrefutable teoría, los partidos los gana siempre QUIEN MEJOR JUGÓ. Y en esto es importante considerar e insistir en que el que «mejor jugó» es el que aplicando (incluso exprimiendo) las reglas del juego, ha aprovechado sus potencialidades y estrategias para conseguir lo que hay que conseguir: GANAR.
En el fútbol sólo gana el que marca más goles. Esta es la máxima del fútbol. No hay otra. Goles. Las demás facetas del juego no computan. Ninguna. Ni los tiros a puerta, ni la posesión del balón, ni los corners, ni la brillantez, ni los tiros a los palos, etc. No hay la posibilidad de ganar un partido a los puntos. Esto parece una tontería, una evidencia, pero constantemente se olvida, y se considera que es injusto que un equipo que ha dominado el juego, que ha llevado la iniciativa, que ha tirado muchas veces a puerta, etc. termine perdiendo el partido. ¿Dónde está la injusticia? ¿Acaso todo ese juego le ha permitido marcar más goles que el rival? ¿No? Pues era de lo que se trataba, de lo único que se trataba. Algo habrá hecho el rival para haber marcado más goles, pese a su erróneamente llamado»mal juego». Pues sí, hizo un fútbol (si se quiere) más feo, pero JUGÓ MEJOR. Y por eso ganó.
Jugar bien y perder / Jugar mal y ganar
Pero ¿es posible JUGAR MAL Y GANAR? Evidentemente SÍ, pero esto sucede sólo cuando el contrario HA JUGADO PEOR. E igualmente puede pasar a la inversa, esto es, se puede JUGAR BIEN Y PERDER, en cuyo caso ha sucedido que el rival HA JUGADO MEJOR. En un partido de fútbol se ponen en juego las potencialidades de dos equipos, sus virtudes y sus defectos, sus aciertos y sus errores. Pero siempre sin olvidar la máxima del fútbol: marcar más goles que el contrario. O hacer los mismos, pues en muchos casos un empate es una victoria. Nunca hay que perder esta perspectiva.
No siempre gana el mejor
Estos argumentos no deben confundirse con que siempre «GANA EL MEJOR». En absoluto. No siempre gana el mejor, SIEMPRE GANA QUIEN MEJOR JUGÓ. Un equipo puede ser claramente MEJOR que otro, pues es superior en todas, o casi todas las facetas del fútbol, y sin embargo puede perder. Esto suecede debido a que pese a ser mejor, en ese partido concreto se ha visto superado por el equipo peor, esto es, el equipo peor fue quien MEJOR JUGÓ. Ha sabido rentabilizar sus potencialidades y reducir las de su contrario lo suficiente como para ganar el partido. Eso es JUGAR MEJOR.
Las potencialidades de un equipo de fútbol incluyen muchos factores, muchas variables: técnica (calidad), táctica (colocación, estrategía), física (fuerza, velocidad, resistencia, etc.), psicológica, juego colectivo (solidaridad, cohesión, etc.), recursos ofensivos, recursos defensivos, acciones individuales (aciertos y errores puntuales), precisión, etc. Todas estas facetas son importantes, pero no todas computan siempre igual, a veces dependen de los partidos que unas sean más importantes que otras.
Con todo ello, decir que un equipo es MEJOR QUE OTRO, es un razonamiento subjetivo, pero cuando en la combinación global de todas esas potencialidades un equipo es muy claramente superior a otro, se puede decir, sin lugar al equívoco, que ES MEJOR. En otros muchos casos, cuando la comparativa es más equilibrada, resulta más arriegado decir quién es mejor. En un enfrentamiento con un claro desequilibrio de potencialidades, lo normal es que gane EL MEJOR, pues por muy bien que juegue su rival menor, es muy difícil que llegue a hacerlo mejor. Incluso jugando mal el equipo mejor, es fácil que termine ganando, pues le habrá bastado para jugar mejor y hacer más goles.
Además de todos estos factores mencionados, hay que considerar otra dimensión: la «intensidad». El concepto de intensidad lo utilizo en el sentido de la capacidad de rentabilizar las potencialidades propias y anular las del contrario. Por ejemplo, se enfrentan un equipo «A» con un potencial medio de 9 (sobre 10) y uno «B», con un potencial medio de 7. En principio el mejor es el equipo «A». Lo normal es que gane el equipo «A». Es más, el resultado final del partido depende de la «intensidad» del equipo «A», pues apenas jugando al 80% tiene muchas posibilidades de ganar, aunque el equipo «B» juegue al 100%. Cuando esto sucede, el juego del equipo mejor, el «A», pese a ganar, es criticado por su falta de intensidad; al contrario que el juego del equipo peor, el «B», que pese a salir derrotado es halagado por su intensidad en el juego. Pero eso no quita que en el cómputo global del partido, el equipo «A», pese a «jugar mal» (poca intensidad) haya sido el mejor, o el menos malo.
Pero puede pasar que el equipo mejor, el equipo «A», tenga una escasa intensidad de juego en el partido y rinda, pongamos a un nivel de 6,5; mientras que su rival, el equipo «B» juega al 100% y consigue su máxima de 7. El equipo «B» ganará el partido, habrá jugado mejor, pero seguirá siendo peor equipo.
Estas situaciones en las que gana el equipo peor no son frecuentes, y mucho menos en competiciones de regularidad, donde el triunfo final se consigue tras muchos partidos; pero sí pueden ser algo más frecuentes en partidos puntuales. De ahí que en competiciones de eliminatorias sean más frecuentes las sorpresas que en competiciones de regularidad. Cuando un equipo consigue ganar algo sin ser el mejor, el mérito es tremendo. Es verdad que sólo lo ha podido conseguir porque el equipo (o equipos) mejor no ha rendido al 100% de sus posibilidades, pero su mérito es haber estado ahí y haber rendido a una intensidad (posibemente al 100%) que le haya permitido superarlos.
Dos ejemplos ilustrativos
Para ilustrar el concepto de ganar sin ser el mejor, o a la inversa, pondré dos ejemplos muy claros:
– En la actual Liga española hay dos equipos que claramente son los mejores, Real Madrid y FC Barcelona. Entre ellos dos sería ya más complicado determinar quién es mejor y entraríamos en matices y subjetividades. Pero nadie negará que son los dos equipos mejores de la Liga. Su superioridad es tal, que lo normal es que al final la Liga la gane cualquiera de ellos dos. Que la Liga la gane Real Madrid o FC Barcelona tiene un mérito relativo, que no va más allá de haber sido mejor en la competición que su máximo rival. Sin embargo, en la temporada 2013/14 el campeón de Liga fue el At. Madrid, un muy buen equipo, pero de un potencial global claramente inferior a los otros dos. Esto sí que tiene un mérito infinito. Y más en un campeonato, como la Liga, de una regularidad de 38 jornadas. Ganar sin ser el mejor. Y encima superando no sólo a uno, sino a dos. Jugó al 100% de sus posibilidades y se aprovechó de que los otros bajaran notablemente la intensidad de sus potencialidades. ¿Esto quiere decir que el At. Madrid pasa ahora a ser el mejor? Evidentemente NO. Ha sido QUIEN MEJOR JUGÓ la competición liguera, pero los otros dos siguen siendo mejores. Si cualquiera de estos dos, Real Madrid o FC Barcelona se hubiese si quiera acercado a su máximo potencial, indiscutiblemente se hubiese proclamado campeón, pese a que el At. Madrid rindiese al 100%.
– Otro ejemplo es la victoria de Grecia en la Eurocopa de 2004. Tiene un mérito tremendo ganar una competición internacional siendo muy claramente inferior a la mayoría de tus rivales. Primero se clasificó en un grupo eliminando a España y Rusia; en cuartos eliminó a Francia; en semifinales a la República Checa; y en la final a la anfitriona Portugal. Todos sus rivales eran mejores que ellos y, sin embargo, les ganó. No lo hizo por ser mejor, que evidentemente no lo era, sino porque fue quien MEJOR JUGÓ. Tuvo máxima intensidad: supo rentabilizar sus potencialidades al 100% y consiguó que sus rivales no pudieran hacerlo. Y encima hay quienes absurdamente les critica su triunfo «porque hicieron un juego feo y tosco». Hicieron el tipo de juego que tenían que hacer para ganar. Cualquier otro tipo de juego, más «bonito», les hubiese llevado inexorablemente a la derrota.
Jugar mejor y perder
Sólo hay una posibilidad en la que un equipo puede SER QUIEN MEJOR JUGÓ Y PERDER. Por injusticia. Pero injusticia de verdad, no arbitraria, ni subjetiva. Y la «injusticia» sólo puede venir determinada por aquel que la imparte, esto es, el arbitro. Una decisión arbitral claramente errónea puede permitir que pierda (o no gane) el equipo que mejor jugó. Lo ha hecho todo para ganar, esto es, coneguir más goles, pero los errores arbitrales le han privado de ello.
Conclusión
Como conclusión, y resumen, destacar los conceptos tratados:
1. «Jugar bonito» no necesariamente es sinónimo de «jugar bien». Y menos de ser «quien mejor jugó».
2. El juego, el partido, lo gana quien marca más goles, y ese es «quien mejor jugó».
3. Un equipo puede jugar bien y perder, debido a que el rival jugó mejor.
4. Un equipo puede jugar mal y ganar; debido a que el rival jugó peor.
5. No siempre gana el mejor, sino el que mejor jugó. Un equipo puede ser mejor y perder un partido, debido a que su rival, pese a ser peor, jugó mejor.
6. La única posibilidad de que no gane el que jugó mejor es por una injusticia, esto es, por decisiones arbitrales erróneas.
q brutoooooooooo